Desde
que sé que habitas
en
el silencio de todas
mis
estancias, emprendo
el
camino de vuelta hacia ti.
Viajo
solo, como siempre.
Aunque
no recuerdo tus facciones,
pido
a la luz en la que ahora vivo
que
cambies de una vez
—y
para siempre—
las
formas de esta soledad
que
nunca tiene prisa por marcharse.
Sólo
espero que te encuentres
al
otro lado de este mar sin orillas
que me
contiene.