Antes de juzgar mi vida o mi carácter...ponte mis zapatos, recorre el camino que he recorrido, vive mis penas, mis dudas, mis carcajadas...!!! Recorre los años que he recorrido y tropieza ahí donde tropecé y levántate así como yo lo he hecho...!!! Cada cual tiene su propia historia y entonces ahí podrás juzgarme!!!
(Patricia Elena Vilas, poeta de la República Argentina)

viernes, 5 de diciembre de 2014

DE LA MADRUGADA ( De hombre luminoso a hombre invisible)



Aquella madrugada no le traería una luz nueva. La vida,
igualada a la muerte, encaminó al hombre luminoso hacia la
frontera. Vida y muerte, un único verbo, lo que nadie nunca
se atrevió a decir: «La vida de aquel hombre fue absurda.»
Le vino grande la vida, nunca pudo abarcarla entre sus
manos sarmentosas. Construyó una torre de lunas,
amaneceres, madrugadas, espigas y sudores en una tierra prisionera del asfalto.

Un día sin ojos, todo, hasta su aparente salud de hierro,
fue un campo sin horizonte. Aquella voz siempre ausente,
taciturna hasta la desesperación, comenzaba a tomar
partido en la definitiva sentencia: «Aquel hombre se moría.»

Ninguneado, obligado al vaivén de un río de tareas que
nunca le agradaron, antes de su absoluta invisibilidad, se transfiguró en fantasma, y así siguió en pie, arrastrándose
a veces, hasta la hora pactada, hasta el momento decisivo del segundo sin retorno.

Hierático, su rostro; perdido en un volcán, su silencio. Aquel
hombre que nunca hablaba, que nunca vivió en las palabras,
confirmó su despedida:

Siempre he estado enfermo,
he caminado prisionero
de la más terrible de las enfermedades:
la tristeza.

Aquel hombre no había conocido la felicidad. Se fue para
siempre. Nadie vio jamás el dibujo de la alegría en su rostro:

«Se fue como un hombre invisible.»