Es
tu soledad dura como antigua;
una
soledad sin olvidos.
Es
una soledad austera, de mar adentro,
sin
retorno, una soledad urente.
Es
una soledad de amor
aunada
en todas tus noches,
impregnada
del silencio en que vives
a
un firmamento de súplicas
que
te abrasan en una espiral infinita en ausencias.
Es
una voz prisionera
entre
los labios quedos de tu alma tullida,
un
temblor de madrugadas de llanto,
un
girasol de silencios sin pulso,
sin
rostro, sin desnudo,
una
soledad desmedida,
enajenada.