Porque
no aceptan la identidad
de
tu mirada y tu palabra
ni
tu modo de vivir
-desclavándote-,
te
han hecho saber de tu destierro
-fue su veredicto-
como
la herencia de tu mundo en el aire
en
el que has caído tantas veces.
Tu
desvalimiento llegó
con
el desprecio de los desleales;
como
una sombra te esputaron un
tasto
de soledad que no es la tuya.
Abierta
la herida, dentro de ella,
detrás
de todo, recogido en tu corazón,
espaciándote
desde la sangre,
iniciaste,
desde el dolor,
el
peregrinaje por el más profundo abismo
hasta
encontrar tu verdad imperecedera.
La
luz en la entrada de tu alma fluye,
entrevérase,
arraigase;
tu
vacío queda olvidado,
las
penas olvidadas,
olvidada
la sentencia y los prejuicios,
el
exilio olvidado, olvidadas
las
aflicciones y tu dolor y tanta soledad
impuesta
en ti desde la infancia.
Conociste
el otro lado de la vida;
oyes,
desde entonces, la voz
de
la transparencia;
empezaste
a quererte, íntimo.