En el espejo
de otros ojos tu mirada,
tus palabras
al aire;
tus manos,
tus labios, tus ojos,
tus palabras,
en
el definitivo viaje
sin retorno
desde tus raíces, que te arrastra,
te mueve,
haciéndote crecer;
te das cuenta
de que ya no encajas,
que eres un
inadaptado, un deshauciado,
que te vas
perdiendo poco a poco
en una
soledad definitiva, la tuya;
las
inquietudes, los desvelos,
los tiempos
ya cumplidos,
las luchas a
corazón abierto, los amores,
las
madrugadas inmensas sin respuestas
en la noche
poblada de todos tus nombres,
ya
cicatrizaron;
porque no
deseas nada material,
porque
reniegas las coronas, los halagos,
porque
abominas la envidia, la maldad, el juicio ajeno,
porque
desoyes el ruido vacío de los cínicos,
porque has
renunciado a la vanagloria,
porque no
crees en el éxito, ni en el poder, ni en el dinero,
porque
abominas de los malditos y tóxicos indiferentes
que venden a
su hermano para salvarse;
porque no
quieres nada de nadie
que no sea la
ternura, la bondad,
el amor de
los amigos, la risa compartida,
con el equipaje
de tus pústulas de hombre
crecido en el
barro has iniciado tu camino en el exilio;
aunque en la
misma fragua, inicias tu nueva vida,
atravesada la
frontera; tu mundo de amor
te ha
aferrado a la luz, todo es luz.