A El Jorge de Trigueros
El
aroma de un recuerdo va encarnando
en
su regreso la luz irrevocablemente.
Es
la tristeza del hombre que revive
la
infancia perdida, la historia de su sigilo.
En
un paseo de silencio, de viento,
la
luz es Luz verdaderamente.
Un
bostezo de Luz junto a los olvidos
le
sostienen alumbrándole en cada gesto.
El
límite del alma es la medida,
la
soledad fue agonía por impuesta.
La
Vida alienta, la Luz nacida
ha
venido del amor en otros ojos.
Lentamente
el amor pronuncia su nombre,
el
hombre prepara el encuentro definitivo.
La
nueva Vida siempre, siempre,
siempre
en la llamada enajenada del amor.