A El Jorge de Trigueros
Como
hablar de los nombres que trajo la lluvia,
del
encendido silencio-de cuerpo y alma-en que vives,
de
la consumación del dolor desde tu infancia
-del que no logras desprenderte-
que
te ha llevado a un cansancio de vivir
hasta
borrar tu palabra.
Cómo
hablarte, corazón.
Cómo
hablar de tus edades, de tu exilio,
de
las redenciones tras tu desaprendizaje,
de
la súplica de luz para tus ojos
-cada vez más lentos-,
de
la soledad crecida en todos tus gestos.
Cómo
hablarte, alma.
Cómo
hablar del mar
enardecido
en horizontes que te salve,
de
tu voz errante por paisajes de luz y de aire,
de
tu transfiguración en la nada tras el despojo absoluto,
de
la vida que sueñas alcanzar un día en otros ojos.
Cómo
hablarte, amor.
Tú,
corazón, tan cansado;
tú,
alma, tan desbandada;
tú,
amor, tan mudo,
con
tus tres heridas arborescentes,
tres
heridas tan abiertas, tan largas,
tres
espigas ahogadas entre olvidos.
Tú,
que siempre has vivido en el aire,
dándote
desnudo, eres latido en cada verso,
una
voz con urgencia en todas las sangres.