José Antonio Amaya Torres,
mi padre
No dejaste el arado ni la cometa,
ni la paloma ni el pañuelo de la ausencia.
No dejaste el agua ni la cintura,
pero nunca olvidaré la luz ni el tiempo de tus nombres.
El otoño traerá los amarillos,
danzas de horizonte, nostalgias remotas.
No podré ya mirar tus ojos,
pero nunca olvidaré la luz ni el tiempo de tus nombres.
Porque nunca olvidaré la luz ni el tiempo de tus nombres,
porque el silencio ha dibujado lo vivido,
porque la palabra anidaba en tus entrañas
en un poniente de brisas infinitas,
lo que ya no dirán los aires
lo mantendrá vivo tu música.
ni la paloma ni el pañuelo de la ausencia.
No dejaste el agua ni la cintura,
pero nunca olvidaré la luz ni el tiempo de tus nombres.
El otoño traerá los amarillos,
danzas de horizonte, nostalgias remotas.
No podré ya mirar tus ojos,
pero nunca olvidaré la luz ni el tiempo de tus nombres.
Porque nunca olvidaré la luz ni el tiempo de tus nombres,
porque el silencio ha dibujado lo vivido,
porque la palabra anidaba en tus entrañas
en un poniente de brisas infinitas,
lo que ya no dirán los aires
lo mantendrá vivo tu música.