A El Jorge de Trigueros
Tras
la Luz abrazo el silencio,
pulso
que ha movido mis raíces
haciéndome
crecer desde aquel lugar
tan
distante de una infancia denostada,
como
un niño que se transfigura en otra aurora
y
vive con la estatura exacta de una gota de rocío.
En
esta Luz, apoyado en ella,
aprendo
a recorrer de nuevo
el
mágico momento de las juntas;
en
este silencio mi nueva existencia
aún
con la lágrima prendida del que ha ido
siempre
en vuelo corto por el mundo.
Mi
vida, toda hecha en el barro,
habitada
por el valle de las lágrimas,
de
temblores detrás de cada ola,
comienza
juntando el sol, las nubes,
la
noche, las estrellas, las
palabras, los labios.
Luz es el nombre que sustenta
mi
búsqueda de vida en la altura.
Porque
nunca he acabado de caer
pese
a los olvidos, al desorden de sombras,
sueños,
naufragios y muertes de mi vida en ruina,
fluye
la Luz desde una infancia que desconozco,
hasta
que el vuelo acabe.