Antes de juzgar mi vida o mi carácter...ponte mis zapatos, recorre el camino que he recorrido, vive mis penas, mis dudas, mis carcajadas...!!! Recorre los años que he recorrido y tropieza ahí donde tropecé y levántate así como yo lo he hecho...!!! Cada cual tiene su propia historia y entonces ahí podrás juzgarme!!!
(Patricia Elena Vilas, poeta de la República Argentina)

viernes, 24 de noviembre de 2017

LA ESPALDA DEL MUNDO


I

En el árbol del ahorcado
los nombres no son hombres,
son verbos. Hacinados,
iniciaron la travesía
en una patera llena
de agua hasta hundirse
o en una riada humana
por los campos errante,

                              y en el advenimiento,

transfigurado en pórtico
el edén es un espectro,
ebria ensoñación ebria
de una tierra prometida
allende los mares,
las fronteras.


II

¿A qué estamos nosotros,
                                 interceptado el arribo,
al conocer la espalda del mundo
que nos deslumbra en este teatro de las apariencias?

¿Desde qué vidas oscuras
nacidas tras la muralla del Sur nacidas
                                       la desesperación de los hombres,
desde dónde el dolor de los desahuciados?

¿Y hasta cuándo la subsistencia mancillada
en las tierras de nadie,
las rutas del éxodo,
                                        las esperanzas cercenadas
al arribar al edén espurio,
                                        la crueldad de las mafias
desplegando los tentáculos de la muerte,
los desheredados de la Tierra,
la desvergüenza tristísima de Europa?


III

No sabemos hacia dónde llegaréis
cargados con vuestros bártulos,
ni por qué vuestra asediada frente
os obliga a esta peregrinación sin icono
por los arduos senderos del primer mundo,
con vuestro trasiego que es padecimiento y desvarío.

Nos abruma vuestro coraje sin fin,
nos aflige siempre en tránsito vuestro tiempo
en esta inmensidad de la arrogante Europa.
Vosotros y nosotros somos de la vida y de la luz,
y es igual la precisa voz de vuestro sentir
franqueando las fronteras y los puertos
que nuestra incesante búsqueda de hombres
ensimismados por los estragos del tiempo.

Mientras en tenebrosa miseria a su declive
encadenado camina el primer mundo encadenado
nosotros miramos vuestro éxodo y nos comprendemos:

nosotros vivimos con la vanidad de vanidades

y llevamos por el olimpo de la soberbia
la rémora de nuestro endiosamiento y las mentiras,
el mito de nuestro edén y su espiral de humo.
En el árbol del ahorcado
los nombres no son hombres,
son verbos.