Libre de la miseria del rincón gris
donde mi brío y mi vigor quedaron
clavados en alambrada de agujas,
llegado al otoño de mi vida,
aún te busco con la urgencia
de nombrarte en las moradas
que de mi vida queden.
Eliminada la sombra,
usaré tus alas, cantaré con júbilo.
Déjame reconocerte,
que tu azul me sostenga.