La soledad de tu vida gravita
en torno a una maraña de heridas,
no sabes quién le abrió la puerta,
ni siquiera el mar quiebra su canto,
aquí está sacudiendo tus ojos,
dejando una tristeza que nunca acaba.
Un quejido de amor de urgencia
merodea incansable las habitaciones,
no desangra el corazón: crucifica.