José Antonio Amaya Torres,
mi padre
Esta tarde he ido a visitarte
al jardín abandonado al pie del patio
del aire más alto, donde yaces;
marzo en sus primeras notas
ha vestido de prímulas tus cercas,
cantan los ruiseñores allá arriba,
coronando la cúspide de los cipreses que te custodian;
una sinfonía de agua, luz, color y silencio
mece tus reflejos ante la puerta
del poniente que despierta;
te llamo con el alma, algo
que me sucede al no tener
otro sentimiento que ofrecerte;
al aire violeta de la tarde, como
un omega claro de amor postrero,
desde mis ojos, dejo mis preguntas sin respuesta:
dónde estás?
cómo no estás aquí?
sigues aún a la espera de mi llegada?
tú me ves, verdad?
En lo que de mí queda de ti
todos los anhelos perdidos en la trastienda,
todos los olvidos a la espera de un aliento
que los libere de mi memoria desde su resguardo.