Me estoy labrando tu sombra. La tengo ya sin los labios, rojos y duros: ardían. Te los habría besado aún mucho más. Luego te paro los brazos, rápidos, largos, nerviosos. Me ofrecían el camino para que yo te estrechara. Te arranco el color, el bulto. Te mato el paso. Venías derecha a mí. Lo que más pena me ha dado, al callártela, es tu voz. Densa, tan cálida, más palpable que tu cuerpo. Pero ya iba a traicionarnos. Así mi amor está libre, suelto, con tu sombra descarnada. Y puedo vivir en ti sin temor a lo que yo más deseo, a tu beso, a tus abrazos. Estar ya siempre pensando en los labios, en la voz, en el cuerpo, que yo mismo te arranqué para poder, ya sin ellos, quererte. ¡Yo que los quería tanto! Y estrechar sin fin, sin pena —mientras se va inasidera, con mi gran amor detrás, la carne por su camino— tu solo cuerpo posible: tu dulce cuerpo pensado. |
Cuando tú llegaste,poesía,llevaba yo por el mundo una mano tendida hacia un poniente florecido y con urgencia, con la urgencia de levantar un telón de silencio.
Antes de juzgar mi vida o mi carácter...ponte mis zapatos, recorre el camino que he recorrido, vive mis penas, mis dudas, mis carcajadas...!!! Recorre los años que he recorrido y tropieza ahí donde tropecé y levántate así como yo lo he hecho...!!! Cada cual tiene su propia historia y entonces ahí podrás juzgarme!!!
(Patricia Elena Vilas, poeta de la República Argentina)