Con tu hermosura has llegado a mi vida
ausente en el reino de la espiga:
en la madrugada han venido tus ojos antiguos
abriendo en mi celaje un refugio a tus presencias.
Con tu cuerpo encendido llamando y sin entrada
has venido a ofrecerme tu alma sin descanso,
el verso de tu nombre a la dicha asido,
un mar de otoño y tarde
y tu cielo siempre hermoso
desde donde parto a todo y a todo vuelvo
y donde libo la denudata de tu magnolia.