Porque has recibido la heredad
de aquel hogar humilde, desdichado,
y guardas en tu memoria
el eco de los años,
la débil existencia
del amor implorante
tantos días sin nombre,
corazón perdido de ti mismo;
porque has reconocido
tu vida secuestrada,
el aire que te queda del quebranto,
el estrago, copioso, pertinaz;
porque tu apuesta
alzada de otra vida
después de tanta muerte;
al amparo de otra luz primigenia
iniciarás tu nuevo modo de volar
concluida la penuria.
Y así, nacerán tus nuevas palabras
de hombre en el deseo
inagotable de existencia,
nauta en el mar del amor
sin otro gobernalle
que la vida dilatada.
Y por eso, en tus íntimas estancias,
sembrado de ternura, presuroso,
el silencio llegará para quedarse,
resarcirá el surco de tus heridas,
mitigará el dolor de tus quebrantos
y será refugio seguro para tu alma
traspasada en los paisajes
del desnudo, de la edad.